
Este jueves, se confirmó la muerte de 17.513 personas ocurridas tras el terremoto de 7.8 del pasado 6 de febrero en Turquía y Siria, mientras la esperanza por encontrar a más sobrevivientes se desvanece a causa de las gélidas temperaturas y a las más de 72 horas que se consideran cruciales para salvar vidas.
Por su parte, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, confirmó este jueves durante su visita a Giantep, epicentro del desastre, el aumento de por lo menos 14.014 muertos. Mientras que, en Siria, la cifra asciende a 3.162 muertes, 1.262 en zonas controladas por el gobierno y 1.262 en zonas controladas por los rebeldes.
Ante ello, agencias de ayuda humanitaria internacional advierten la probabilidad de aumentar esta cifra en los próximos días, sobre todo en Siria, debido a las condiciones climáticas desfavorables y al tiempo trascurrido que los sobrevivientes habrían estado atrapados bajo los escombros.
Según Fitch Ratings, agencia internacional de calificación crediticia, las pérdidas económicas asciendes a 2.000 millones de dólares y se espera que pueda alcanzar 4.000 millones de dólares más.
La difícil situación económica advertida para Turquía, y cuyas consecuencias ya se vienen sintiendo, ha ocasionado que el mandatario turco establezca el estado de emergencia debido a los saqueos que se vienen dando a mercados y plazas. «El Estado de excepción dará al Estado la oportunidad de luchar contra quienes abusen del proceso (de rescate y reconstrucción)», advirtió Erdogan.
Además, se sabe que el noroeste de Siria, controlada por los rebeldes, recibió este jueves el primer convoy de ayuda internacional con provisiones y personal de rescate que ayudará a los Cascos Blancos en este inhóspido territorio.