Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano – De los diez años de su pontificado, el encuentro con los ancianos en la Plaza de San Pedro en 2014 fue «uno de los momentos más hermosos», dijo recientemente el Papa Francisco. Fue él quien quiso instaurar una Jornada Mundial dedicada a todos los abuelos para llamar la atención sobre una categoría demasiado a menudo marginada, recordando en cambio su valor y alentando acciones en su favor. Un objetivo mantenido en las diversas ediciones de la Jornada, que ahora vuelve con su III Edición este 23 de julio, con una Misa celebrada por el Papa en la Plaza de San Pedro.
«Su misericordia se extiende de generación en generación» (Lc 1,50), es el tema elegido este año. Una elección destinada a vincular la cita de Roma con el gran acontecimiento de la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa (1-6 de agosto), poniendo así idealmente a jóvenes
y mayores «en diálogo», como siempre ha deseado el Papa. Así lo subrayó a los medios vaticanos Gleison De Paula Souza, secretario del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida desde noviembre.
¿Cuál es el significado de este tema?
El tema se eligió en sintonía con el de la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa: María se levantó y se fue deprisa, tomado del Evangelio de Lucas. El pequeño fragmento «de generación en generación su misericordia» también está tomado del Evangelio de Lucas y es el final de la primera parte del Magnificat, cuando María, inmediatamente después del anuncio del Ángel, va al encuentro de su anciana prima Isabel. Se trata, pues, de un tema que pone de relieve la importancia del diálogo entre generaciones, fundamental para percibir y contemplar la acción misericordiosa de Dios en favor de los seres humanos. De hecho, el diálogo entre ancianos y jóvenes ayuda a tener una visión más completa de cómo se puede construir una sociedad más humana y fraterna.
Ha mencionado la JMJ de Lisboa. ¿Qué relación hay entre el Día de los Abuelos y el acontecimiento que reunirá en Portugal a jóvenes de los cinco continentes?
Mientras tanto, son acontecimientos próximos: el Día Mundial de los Abuelos se celebrará el 23 de julio y el Día de la Juventud, el 1 de agosto. Pero no se trata sólo de un enlace de calendario…. Pregunté y me dijeron que el Papa Francisco habló públicamente por primera vez sobre los ancianos en la Jornada Mundial de los Abuelos de 2013 en Río, destacando la necesidad de una relación entre los ancianos y los jóvenes, donde los primeros transmiten sabiduría y experiencia de vida; los segundos, fuerza y esperanza para el futuro. Así pues, el vínculo entre ambos eventos nace de esta toma de conciencia: jóvenes y mayores se necesitan mutuamente.
Volviendo al Día de los Abuelos, el Papa quiso instituirlo para promover una categoría que a menudo es descartada, marginada, debilitada aún más. ¿Cómo ha promovido esta iniciativa la acción y la atención hacia los ancianos?
El Papa siempre ha tenido muy presente este tema. Desde el inicio de su pontificado ha insistido en superar la «cultura del descarte» y emprender una cultura de la relación. Hoy todos sabemos que vivimos en una sociedad en la que los ancianos no están en el centro. La reflexión del Santo Padre nos incita a plantearnos algunas preguntas interiores: «¿Qué hacemos por los ancianos? ¿Cómo cuidamos de ellos? ¿Nuestros ancianos se sienten solos? ¿Tienen realmente dignidad?». Aquí, debemos poner a la persona mayor en el centro y aprender de ella, tener el deseo de pensar en ella y saber cómo es. Estos son, en mi opinión, algunos de los frutos que la reflexión del Papa ha estimulado en cada uno de nosotros. La Jornada sirve también para traer a nuestros corazones el deseo de pensar y buscar soluciones para dar mayor dignidad a nuestros abuelos.
¿De qué maneras concretas se puede aportar dignidad? Las crónicas hablan de casos de ancianos abandonados antes e incluso después de la muerte, de soledad… Esta misma mañana el Papa ha denunciado también la exclusión de los cuidados médicos. Entonces, ¿cómo traducir concretamente, incluso a nivel pastoral y diocesano, la invitación del Papa a poner a los ancianos en el centro?
Por desgracia, no todas las personas, ni todas las instituciones, están atentas a la situación de los «abuelos». Desgraciadamente… Por eso el Papa Francisco ha subrayado la fea plaga de la «cultura del descarte». Por eso, en este momento, la Iglesia tiene el deber de acompañar pastoralmente, de estar cerca y dar el apoyo necesario a tantos ancianos. El Santo Padre insiste e invita a todas las diócesis a organizar concretamente la pastoral de los ancianos, donde ellos son los protagonistas. Un punto de partida es que cada diócesis, cada parroquia y cada comunidad eclesial puede celebrar el Día de los Abuelos con una fiesta, convirtiéndolo así en el momento adecuado para agradecer a los abuelos todo lo que han hecho y siguen haciendo por la Iglesia y la sociedad. Es también una excelente ocasión para iniciar una reflexión pastoral sobre ellos, para ellos y con ellos. La de los ancianos no es sólo una cuestión de Iglesia, los ancianos también necesitan apoyo político.
Como Dicasterio, ¿Qué propuesta y petición hace también a las instituciones para conseguir algo concreto? Quizá juntos…
Hablamos, sí, como Dicasterio, pero es el mismo Santo Padre quien ha dicho muchas veces en sus discursos que es necesario crear políticas públicas a favor de los ancianos. Se pide una pensión que pueda ser mejor, acceso a medicamentos gratuitos o más baratos, apoyo físico, momentos para estar juntos. En resumen, son muchos los medios que pueden crearse para dar dignidad a los ancianos. La tarea de nuestro Dicasterio es pedir a todas las Iglesias e instituciones que tengan esta atención por los ancianos, que estén cerca de ellos, que luchen también por ellos.