El Congreso aprobó este miércoles, con 91 votos a favor, 30 en contra y una abstención, la reforma que da retorno al sistema bicameral y la reelección inmediata de congresistas. En dicho sistema se contará con dos cámaras en el Legislativo: una de diputados y la otra, de senadores.
Respecto a las funciones de cada cámara, la de diputados (de 130 legisladores) se enfocará en las del verdadero ejercicio político, como la elaboración de leyes y la de interpelación o censura de ministros; mientras tanto, la de senadores (de 60 integrantes mínimo) cumplen el rol de segundo filtro; es decir, aprueban o no las leyes planteadas en la primera cámara, además de que contarán con la potestad de realizar nombramientos de embajadores, ratificar ascensos militares, entre otras funciones similares.
Asimismo, respecto a la edad de postulación para cada cámara, en la de diputados tendrá como requisito haber cumplido los 25 años, mientras que en la de senadores, será necesario tener una edad mínima de 45 años y haber sido congresista o diputado.
Este sistema, para algunos constitucionalistas, representaría una ventaja en el marco de la representación parlamentaria, debido a que el número de legisladores aumentaría de forma directamente proporcional al crecimiento poblacional de los votantes; además, mejoraría la calidad de las leyes propuestas al existir un doble filtro, lo que haría disminuir la aprobación de las llamadas “leyes express” que carecen de mayor observación. Además, se sugiere que los sistemas unicamerales tendrían la desventaja de servir como herramienta para concentrar el poder, lo que facilita la toma de decisiones entre el Ejecutivo y Legislativo, haciendo que el primero concentre más dicho poder.
Sin embargo, para el politólogo Fernando Tincopa, existe un problema de fondo que haría que esta reforma no resulte del todo viable, y es que la imagen actual del Congreso, frente a la ciudadanía, no es nada favorable. Señala que la población no se encuentra conforme con el Parlamento como institución por sí misma y que el retorno a la bicameralidad puede ser tomado como un simple aumento de congresistas, lo que inevitablemente implica un aumento en el gasto público (del 0,44% del PBI al 0,6%) y, por lo mismo, se torna comprensible el rechazo que empieza a percibirse a este dictamen.
En esa línea, Tincopa señaló que “quizá no estamos todavía en el momento de discusión ni de difundir la necesidad de este tipo de cosas, porque es difícil llegar a la concientización”.
Redacción: Josué García